Rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla

Ligamento cruzado anterior de la rodilla

Su función principal es la de dar estabilidad sobre todo en la dirección anteroposterior. Transcurre desde la parte posterior y externa de la escotadura intercondílea del fémur hasta su inserción anteromedial en la tibia. Cruza por delante del ligamento cruzado posterior (LCP) que discurre de forma contraria.

El ligamento cruzado anterior (LCA) es el ligamento de la rodilla que se rompe con mayor frecuencia; la mayoría de estas lesiones aparecen en deportistas.

El 80% de roturas de LCA en el deporte suceden sin contacto, suceden con giros o tras un salto. Estas lesiones sin contacto son más frecuentes en mujeres, ya que las mujeres deportistas muestran un aumento del valgo dinámico en su rodilla y altas cargas en abducción al caer al suelo tras un salto, todo ello contribuye a esta lesión.

 

La evolución de una rodilla con lesión del LCA a largo plazo contribuye al desarrollo de problemas como lesiones posteriores de menisco, insuficiencia de estabilizadores secundarios y desarrollo de artrosis. La lesión asociada de menisco es el factor más frecuentemente citado que contribuye al desarrollo de artrosis después de una lesión del LCA, seguida de lesiones del cartílago articular.

La reconstrucción con éxito del LCA ha demostrado mejorar la función a corto plazo y probablemente reduce el riesgo de lesión posterior de menisco en dicha rodilla, y posiblemente el proceso artrósico.

Mecanismo de lesión

El más frecuente es la rotación del fémur sobre una tibia fija (pie apoyado) durante un movimiento de valgo excesivo o forzado(pivote). Tambien es común la hiperextensión de la rodilla aislada o en combinación con rotación interna de la tibia, incluso se describen en flexión forzada de la rodilla.

Diagnóstico

Primeramente por anamnesis, interrogando sobre el mecanismo lesional. Posteriormente, mediante la exploración clínica valoramos la inestabilidad articular. Finalmente, utilizando los métodos de diagnostico por imagen, principalmente la Resonancia Magnética (RM), nos ayudará a confirmar el diagnóstico.

Durante el interrogatorio clínico, el 40% de los pacientes refieren haber sentido un chasquido en el momento de la lesión, seguido de una sensación de luxación y, en la mayor parte de los casos, con una incapacidad para continuar la actividad deportiva.

En las horas siguientes, alrededor del 70% de los afectados desarrollan una inflamación evidente de la rodilla debida al derrame articular, que si lo evacuamos apreciaremos que se trata de un hemartros (sangrado articular por la rotura ligamentosa)

Reconstrucción quirúrgica

La reconstrucción quirúrgica del LCA se recomienda casi universalmente en pacientes menores de 45 años o con estilos de vida de alto riesgo que requieren trabajos duros o que practican ciertos deportes o actividades recreativas. Otros episodios como fallos e inestabilidad a pesar de la rehabilitación, laxitud generalizada también son motivos para la cirugía.

Una vez elegida la cirugía habrá que plantear: momento más apropiado, elección de injerto, autoinjerto-aloinjerto, técnica a realizar , método de fijación, protocolo de rehabilitación.

Cada vez más los traumatólogos se inclinan por acompañar la cirugía con infiltraciones de plasma rico en factores de crecimiento que pueden ayudar en la recuperación.

Postoperatorio y Rehabilitación

Una vez terminada la intervención, la extremidad intervenida se inmoviliza con un pequeño vendaje elástico. Puede y debe empezar a doblar y estirar la rodilla al día siguiente de la intervención, puediendo apoyar por completo la extremidad, y en función de las molestias y la sensación subjetiva de inestabilidad, los primeros días puede ayudarse de una o dos muletas.

Se establecerá un adecuado plan de rehabilitación y fisioterapia para plantear una precisa recuperación cumpliendo unos objetivos y plazos acordados de forma precisa para que la evolución y vuelta al deporte sea óptima.

Entre estos plazos, destacar que la deambulación sin bastones puede lograrse a las 6-8 semanas, realizar carrera contínua sobre las 12-16 semanas y vuelta a la actividad deportiva a partir de las 20 semanas según objetivos y deporte a practicar.

La rehabilitación es fundamental en este tipo de lesiones, tan importante como la cirugía para recupera de forma òptima las características y funciones de la misma.