Todo lo que debes saber de la osteoporosis

La osteoporosis (pérdida de densidad ósea) es una enfermedad metabólica del esqueleto en la que los huesos pierden resistencia, se vuelven porosos. La enfermedad provoca fracturas óseas, particularmente en el antebrazo, en el cuello del fémur (cadera) o la columna vertebral.

Los huesos parecen estructuras rígidas y sólidas que apenas se alteran. En realidad, cuando el cuerpo está sano reina una actividad constante, siempre en equilibrio entre la descomposición y la elaboración de sustancia ósea. Pero si se descompone más sustancia ósea de la que se elabora, el resultado es una pérdida neta: así empieza la osteoporosis.

Los huesos pierden resistencia y tienen mayor tendencia a romperse. Los cuerpos vertebrales afectados se rompen, lo cual provoca deformaciones permanentes como las típicas “jorobas de anciano”, una forma de cifosis debida exclusivamente a la atrofia ósea. Un dolor intenso en la columna vertebral o en el esternón puede ser un signo de alarma de atrofia ósea, puede indicar que ya hay una o más vértebras fracturadas.

¿Cuáles son las causas de la osteoporosis?

En el interior del hueso se producen durante toda la vida numerosos cambios metabólicos, alternando fases de destrucción y formación de hueso. Estas fases están reguladas por distintas hormonas, la actividad física, la dieta, los hábitos tóxicos y la vitamina D, entre otros factores.

En condiciones normales, una persona alcanza a los 30-35 años una cantidad máxima de masa ósea (“pico de masa ósea”). A partir de ese momento, existe una pérdida natural de masa ósea.

Las mujeres tienen más frecuentemente osteoporosis por varios motivos: su pico de masa ósea suele ser inferior al del varón y con la menopausia se acelera la pérdida de hueso (osteoporosis posmenopáusica).

Existen muchas otras causas de osteoporosis: alcoholismo, fármacos (glucocorticoides, tratamiento hormonal utilizado para el tratamiento de cáncer de mama y de próstata…), enfermedades inflamatorias reumáticas, endocrinas, hepáticas, insuficiencia renal, entre otras.

Tipos o grados de osteoporosis

Osteoporosis primaria

 Cerca del 95 % de todos los casos de atrofia ósea se deben a una osteoporosis primaria. 

La osteoporosis de tipo I afecta sobre todo a las mujeres después de la menopausia. La primera fractura ósea aparece unos ocho a diez años después de la última regla, y las más afectadas suelen ser las vértebras lumbares. 

La osteoporosis de tipo II suele provocar la primera fractura ósea pasados los 70 años de edad. Afecta sobre todo a las mujeres (dos tercios). Además de afectar a las vértebras, también afecta a los huesos largos del muslo y del brazo. 

Los factores de riesgo de aparición de una osteoporosis primaria son la predisposición familiar, el estado hormonal (aparición tardía de la primera regla e inicio precoz de la menopausia) y determinados estilos de vida (poco ejercicio, un reposo prolongado en cama, una alimentación pobre en calcio o rica en fosfatos –como la comida rápida, las bebidas de cola y los embutidos-, ciertos tóxicos alimentarios -como el alcohol, el café y los cigarrillos- y un peso escaso).

Osteoporosis secundaria

 La osteoporosis secundaria es la consecuencia de determinadas enfermedades o un efecto secundario de algunos medicamentos. 

Los factores de riesgo de aparición de una osteoporosis secundaria son los medicamentos antiinflamatorios para tratar el asma o el reuma (cortisona), unas dosis elevadas de hormonas tiroideas, los derivados de la cumarina (Marcumar), los trastornos alimentarios crónicos como afecciones pancreáticas, intestinales, hepáticas o renales, determinados trastornos hormonales, como el hipertiroidismo o la diabetes mellitus, y los tumores malignos.

¿Cuáles son los síntomas? 

La osteoporosis se denomina epidemia silenciosa porque no manifiesta síntomas hasta que la pérdida de hueso es tan importante como para que aparezcan fracturas. Las fracturas más frecuentes son las vertebrales, las de cadera y las de la muñeca (fractura de Colles o extremo distal del radio). La fractura de cadera tiene especial importancia ya que se considera un acontecimiento grave debido a que requiere intervención quirúrgica, ingreso hospitalario y supone para el paciente una pérdida de calidad de vida aunque sea por un periodo corto de tiempo.

Hay señales que ayudan a realizar un diagnóstico precoz. Estas incluyen la pérdida de altura a medida que avanza la edad. En ocasiones los huesos incluso se fracturan sin una causa aparente. Esto puede parecer difícil de imaginar en principio, pero algunos pacientes sufren fractura de costillas simplemente por toser. O incluso pequeñas caídas provocan una fractura de cadera o de muñeca.

Otro indicador de la osteoporosis es la llamada “joroba de viudas” (espalda redondeada). Cuando se empieza a sufrir un dolor continuo en la columna lumbar y dorsal, esto puede ser un signo de osteoporosis. Por tanto, es recomendable consultar al médico en un estadio precoz para aclarar la situación.

¿Cómo se realiza el diagnóstico? 

En la osteoporosis no existen alteraciones de los análisis básicos que permitan hacer el diagnóstico. Aun cuando el diagnóstico de certeza se obtiene con el estudio de la biopsia del hueso, en la práctica habitual se utilizan diversas técnicas radiológicas para el diagnóstico, que además son también útiles para valorar la evolución de la enfermedad y la respuesta al tratamiento.

Las radiografías simples de los huesos afectados muestran osteoporosis cuando ésta ya está bastante avanzada.

La densitometría ósea permite  diagnosticar si hay o no osteoporosis u osteopenia, siendo esta una situación en la que ha comenzado a perderse densidad mineral ósea, predecir el riesgo de fractura e instaurar tratamiento a tiempo.

Con estos métodos de diagnóstico precoz, podemos adaptar el tratamiento, bien para prevenir la pérdida de masa ósea o para combatir la osteoporosis.

¿Cómo podemos prevenir la osteoporosis?

Existen hábitos de vida que pueden ayudar a mejorar la calidad del hueso como son: la adecuada ingesta de calcio, el ejercicio físico y no fumar. La cantidad concreta de calcio varía con la edad, pero muchos adultos necesitarán de 1.000 a 1.500 mg al día. Esta ingesta se puede realizar con alimentos naturales ricos en calcio (sobre todo la leche y sus derivados) o con suplementos en forma de medicamentos (sales de calcio). En este último caso deberá existir un control de su médico sobre la cantidad y la pauta de administración.

De igual manera, la vitamina D es una sustancia fundamental para el hueso. Sus necesidades diarias se consiguen fundamentalmente por la formación de la misma en la piel cuando recibe el efecto de la irradiación solar. 

Muy recomendable el uso de panela pulverizada en vez de azúcar, pues contiene un alto  nivel de calcio y vitamina D, entre otros componentes.

¿Cómo tratamos la osteoporosis?

Puesto que uno de cada cinco pacientes sufre otra fractura ósea al cabo de 12 meses de la primera, es importante iniciar el tratamiento enseguida. El tratamiento de la osteoporosis es muy amplio y sigue una directriz.

Requiere un enfoque interdisciplinar, es decir, una cooperación entre varios especialistas. Como norma, el especialista de los huesos (osteólogo) receta medicamentos que previenen la descomposición del hueso y refuerzan su formación. Los cirujanos ortopédicos y lo neurocirujanos se ocupan de fracturas y cualquier posible intervención quirúrgica. Como regla general, debe ponerse en contacto con un especialista ortopédico u osteólogo para todas las cuestiones sobre la recuperación.

Grupos de medicamentos utilizados:

Calcio y vitamina D son la base del tratamiento y la prevención. El calcio es el principal componente de la sustancia ósea mineral. La vitamina D favorece la absorción de calcio de la dieta y su incorporación a los huesos, y mejora la función muscular.

-El tratamiento antirresortivo es aquel que evita la pérdida de masa ósea. Dentro de este grupo se incluyen fármacos como los bifosfonatos (alendronato, risedronato, zoledronato…), denosumab, moduladores selectivos de receptores de estrógenos (raloxifeno, bazedoxifeno) y estrógenos.

-El tratamiento osteoformador, como su nombre indica, estimula la formación de nuevo hueso y dentro de este grupo se incluye la teriparatida. Por último, el fármaco que presenta un mecanismo de acción mixto (antiresortivo y osteoformador) es ranelato de estroncio.

Analgésicos: Las fracturas provocan dolor. Las fracturas vertebrales que aparecen con especial frecuencia durante la osteoporosis limitan la movilidad. Por eso lo primero es tratar el dolor con los medicamentos correspondientes. Las ortesis de espalda ayudan en la terapia analgésica porque descargan la presión de las vértebras afectadas.

Ejercicios o recomendaciones para los pacientes de osteoporosis

El movimiento es una parte importante del tratamiento de la osteoporosis.

Cuando ya existe una fractura vertebral, la fisioterapia específica y los tratamientos físicos programados en colaboración entre el fisioterapeuta y el médico son muy útiles para reforzar la musculatura y recuperar la movilidad cuanto antes. Los medicamentos y una ortesis de espalda alivian el dolor. Una vez curada la fractura debe continuarse obligatoriamente la terapia de movimiento. Se debe entrenar sobre todo la resistencia de la musculatura de la espalda. Además de los ejercicios con un fisioterapeuta existen determinados tipos de deporte especialmente adecuados para los pacientes con osteoporosis: ir de excursión o andar, el esquí de fondo, la natación o el baile. El entrenamiento es muy eficaz cuando se practica al aire libre, porque además de entrenar la musculatura con el ejercicio, también se estimula la formación de vitamina D en la piel.

Ejercicios en casa:

Antes de empezar con los ejercicios, es importante ponerse en contacto con el médico y/o con el fisioterapeuta. Si los ejercicios provocan dolor, deben interrumpirse de inmediato y consultar al médico. Aspectos a tener en cuenta: 

-No hacer movimientos bruscos.

-Realizar todos los ejercicios con suavidad y fluidez.

-Durante los mismos, respirar suave y profundamente.

-Repetirlos de tres a cinco veces, según la condición física de cada paciente.

-Practicar los ejercicios periódicamente, de tres a cuatro veces por semana.

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